Nuestro hogar en cuarentena

La casa en cuarentena 

Y como si fuera poco con lo que había en casa por hacer… y deshacer…

Se nos suma el adaptarnos para además de ser hogar, vivienda, morada, también ser escuela, ser oficina, ser lugar de reuniones (virtuales por supuesto), centro de informaciones e investigación, estudio de hobbies y gimnasio.

Mi casa es un desastre, aunque no menos que antes, esa es la verdad.

En la de ustedes seguramente sucederá algo parecido.

No les hace falta imaginarlo, lo están viviendo al igual que yo.

 

En todos los casos nadie tiene una casa lo suficientemente grande para contener todo lo que allí sucede.

Aunque tengas una casa enorme, seguramente siempre faltará espacio, ya que las actividades que llevamos a cabo a diario son interminables, propias de este mundo post moderno que nos obliga a “correr” detrás de todo, para no caer en el desaliento y la frustración.

A partir de la cuarentena aún más que antes, tuvimos que improvisar oficinas, aulas virtuales y mucho más. Estar atentas por demás a que no salga nada inapropiado en las video llamadas o clases virtuales, intentar silencios imposibles en casas donde conviven varias personas y mascotas, como es mi caso. Estresante ¿verdad? Pero nos adaptamos como siempre y mi casa hace lo mismo, como siempre, para convertirse ella y nosotras en las reinas de la adaptación.

Previo a la pandemia sucedía otras cosas en casa, no van a creer que todo era sencillo o apacible.

Adaptar la casa cuando vienen compañeros del colegio para hacer la tarea en grupo. Quizás otro de los retoños tiene organizado un torneo de Fortnite. Y el jefe pidió varios mails para ser enviados. Ni hablar de pijamadas, cumpleaños o simples reuniones, con los amigos de uno, del otro, de ellos y ellas, los grandes y los chicos. Youtube, Facebook, etc etc. Y allí justo allí cuando uno esta recabando la información, el otro en segundo lugar del torneo de fortnite, alguien terminando los informes a punto de ser enviados y alguien mas concentrado en el mejor chusmerio que ha encontrado en las redes, justo en ese momento y con la casa repleta de gente, colapsa la red, o lo que es peor se corta la luz. Todos entran en pánico y la casa, mi pobre casa se vuelve de “goma”. Me recuerda a los peloteros inflables llenos de niños que se deforman ante las exigencias de todos ellos. Así es mi casa, y las de muchas de ustedes seguramente también.

A veces me identifico tanto con mi casa, me imagino como se siente, yo me he sentido así muchas veces, desbordada y “de goma”.

Hoy por hoy con el aislamiento obligatorio en marcha, nadie ha entrado “a la casa de gran hermano”, pero les puedo asegurar que suceden muchas cosas. Estamos comenzando a implementar el confesionario y próximamente una sala de reflexión (por no decir castigo).

Estamos rastreando las cintas de filmación para conocer las verdades que nadie asume (sería genial tenerlas). Podríamos descubrir quien comió la última golosina o mojo el piso del baño, lástima que a la producción no le alcanzó el presupuesto para las cámaras ocultas. Los participantes de la casa continúan sin hacerse cargo y se culpan incansablemente entre sí.

De limpiar los baños pocos se hacen cargo, pero mucho menos se hacen cargo cuando se encuentran rastros de falta de puntería alrededor del inodoro. Similitudes se dan en la ducha y los lavabos.

A la hora de comer, dependiendo del menú, puede darse una carrera de velocidad para sentarse a la mesa.

Al momento de cocinar solemos estar inspiradas pero dicha inspiración suele interrumpirse por la cruel realidad que nos recuerda que estas no son vacaciones, también necesitamos el tiempo para trabajar y cumplir con las tareas escolares de todos y cada uno de ellos.

(...)

Esta casa, en estos tiempos que corren, podría decirse que es la casa “orquesta” y nosotras las encargadas de llevar a cabo la melodía con miles de instrumentos diferentes.

*este es un fragmento de mi libro digital "Cuarentonas en cuarentena" -1E book en Amazon

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